El papel de España en la seguridad marítima en el Mediterráneo occidental: un modelo por capas
Para España, el valor estratégico del mar es singular. El 90% de nuestras importaciones y algo más del 60% de las exportaciones se realizan por esta vía, básica también para garantizar el suministro energético, mantener la libertad de navegación y el continuo funcionamiento de las infraestructuras en tierra por su repercusión directa en la seguridad económica y energética. Las características propias del medio ofrecen también grandes facilidades para su utilización con fines ilícitos o simplemente para dificultar su libre uso.
"Adoptar un concepto de seguridad marítima por capas". Esta es la propuesta del capitán de Fragata Francisco J. Ruiz González hoy El papel de España en la seguridad marítima del Mediterráneo occidental, documento de trabajo elaborado en colaboración con la Secretaría General de Política de Defensa (Segenpol) y presentado hoy por la Fundación Alternativas.
El autor, cuya investigación abarca el periodo 2011-2014 coincidiendo con la Primavera árabe, toma como principal hipótesis de su trabajo la idea de que la situación geopolítica actual del Magreb es más inestable que la anterior a las revuelta, que esa inestabilidad se ha proyectado hacia la región del Sahel y que el resultado ha sido un reforzamiento de los riesgos y amenazas para la seguridad europea.
Es así que plantea un modelo por capas, con una primera en el Sahel, fuente primigenia de los riesgos y amenazas; una segunda en el Magreb, donde un conjunto de Estados estables actuaría a modo de barrera de contención y, una tercera, en las aguas internacionales del Mediterráneo occidental y en torno a las Islas Canarias. En esta primera capa, Francisco J. Ruiz González propone actuar en el marco de la UE, con iniciativas estrechamente coordinadas con la ONU y las organizaciones regionales. “No obstante, España no debe descartar una contribución independiente a las operaciones militares lideradas por Francia, si es necesario, en detrimento de otras operaciones en regiones remotas donde nuestros intereses no están en juego. Toda actuación de la comunidad internacional que mejore su situación sociopolítica disminuirá la proyección de las amenazas hacia Europa”, ha señalado flanqueado porNicolás Sartorius, vicepresidente ejecutivo de Alternativas, y Constantino Méndez, exsecretario de Estado de Defensa y presidente del Consejo para temas de Seguridad y Defensa de esta Fundación. “España se ha implicado con medidas como la contribución a las misiones de la UE, el apoyo militar a las operaciones francesas o los programas de control de fronteras”, agregó el autor, profesor de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.
En el caso del Magreb como segunda capa, Francisco J. Ruiz González sugiere reforzar las capacidades de los Estados de la región para mantener su propia seguridad, sobre todo las de vigilancia marítima que les permitan ejercer un control efectivo de sus espacios de soberanía, ya que se trata de Estados estructuralmente mucho más funcionales que los del Sahel. En este área, España debe establecer su propio marco de cooperación bilateral con Marruecos y Argelia, alineado con todo lo que se haga en el marco multinacional, apuntó Constantino Méndez. La excepción la constituye Libia, “un Estado fallido en el que la UE debe plantear una acción coordinada similar a la acometida en Somalia”, recomendó el capitán de Fragata. En lo relativo a otras organizaciones, el Diálogo Mediterráneo de la OTAN se considera una medida de ambición e impacto muy limitados en la seguridad del Mediterráneo y no cabe esperar que la Alianza Atlántica aumente su implicación en el Magreb o el Sahel, sobre todo ante su completa focalización en el Este de Europa debido a la crisis de Ucrania. En consecuencia, “se propone dar prioridad a la UE y al 5+5 frente a la OTAN para canalizar en este ámbito los limitados recursos y en la que España debe promover un enfoque global en las políticas de la Unión Europea hacia el Magreb, que incluya una dimensión de seguridad inexistente en la fracasada Unión por el Mediterráneo”, ha explicado Ruiz González.
Ya en la última capa del nuevo modelo de seguridad marítima, la correspondiente a las aguas internacionales que separan el Magreb de Europa occidental, según el experto las actuaciones preventivas se convierten en medidas reactivas y urgentes, dado que cualquier fallo supondría la materialización de las amenazas en nuestras costas.
Para el autor, cabe una propuesta incluso más ambiciosa: la creación de una Fuerza de Guardacostas que asuma las competencias del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, Salvamento Marítimo, Vigilancia Aduanera, Secretaría General de Pesca e Instituto Español de Oceanografía, así como las misiones menos exigentes de la Armada, que se centraría en la disuasión y defensa, la gestión de crisis y la seguridad cooperativa. Otra importante medida es la creación delConsejo Nacional de Seguridad Marítima, con una presidencia rotatoria. De entrada, la coordinación precisaría de un mando operativo único que haga frente a las crisis para la seguridad marítima. “Ese es el modelo francés, en el que las órdenes del primer ministro, a través del secretario general del Mar, se trasladan al prefecto marítimo (un almirante), bajo cuyo mando efectivo quedan todos los recursos del Estado con independencia de su adscripción administrativa”, explicó Francisco J.Ruiz González.
España ha avanzado mucho en el ámbito de la seguridad marítima con la aprobación de la Estrategia de Seguridad Nacional 2013, pero, a juicio del autor, “aún nos queda un largo camino por recorrer”.
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