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El efecto de las nuevas tecnologías en el empleo
El efecto de las nuevas tecnologías en el empleo
El impacto de las nuevas tecnologías en el mundo laboral es una realidad a la que no siempre es fácil adaptarse, y tanto empresas como trabajadores sufren unos cambios que, en la sociedad de la información y los grandes avances científicos, son en muchos casos inmediatos y desconcertantes. Las transformaciones pueden ir desde pequeñas adaptaciones hasta grandes innovaciones que convierten en desfasados los mecanismos y dispositivos anteriores, llegando a desplazarlos absolutamente y a sacudir la industria. Esto es lo que se conoce como ‘tecnología disruptiva’.
Para hablar de este asunto de actualidad que afecta a gran parte de la sociedad, Bruno Estrada, adjunto al secretario general de CC.OO. y miembro de Economistas frente a la Crisis y del Consejo de Economía de Podemos, presentó en la Fundación Alternativas su estudio ‘Disrupciones tecnológicas y empleo. Diagnóstico y propuestas’, junto a Manuel de la Rocha Rubí, secretario del Patronato de la Fundación Alternativas y ex diputado, e Inmaculada Ballesteros, directora del Observatorio de Cultura y Comunicación de la misma entidad y moderadora del evento.
En la presentación del acto, De la Rocha destacó la importancia de reflexionar sobre la robotización y digitalización del empleo, así como sobre el papel de los sectores público y privado en la innovación de tecnologías disruptivas, “pero con una mayor participación de los trabajadores y con unos sindicatos fuertes”.
Para el conjunto de una economía, el aumento de la productividad genera un mayor volumen de riqueza, dando lugar a nuevas demandas y empleos en nuevas actividades. De esta forma, los países con mayores índices de productividad son los que logran altos niveles de desarrollo y bienestar, y los que menores tasas de desempleo sufren.
Productividad
Sobre este punto, Estrada aclaró que “el incremento de productividad” a través de las nuevas tecnologías “es el principal instrumento para garantizar que el crecimiento sostenido de las rentas salariales de los trabajadores no ponga en peligro la competitividad de las empresas”. No obstante, el experto advirtió que los aumentos de productividad “no siempre se traducen en mejores salarios”, y para que esto ocurra es necesario un “diseño institucional adecuado de las relaciones laborales, que equilibre el papel de empresarios y trabajadores en la negociación colectiva”.
No obstante, resulta insuficiente analizar los efectos de la innovación tecnológica únicamente desde el punto de vista de la oferta, y el incremento de la renta per cápita en los países desarrollados provoca una demanda cada vez más sofisticada, para la que el valor de los productos y servicios que se compran y se venden no vendrá ya determinado sólo por la cantidad de trabajo, sino también por factores intangibles vinculados a la calidad y creatividad.
Ignacio Muro, economista y experto en nuevas tecnologías, comentó que el capitalismo no es un modelo de producción homogéneo, “y se ve condicionado por los conflictos bélicos o incluso por el propio Donald Trump; la lógica financiera domina el mundo, pero la lógica digital tiene una nueva característica: es un valor intangible. La cadena Zara tiene ese valor intangible, pero sobre todo posee una gran capacidad de producir y crecer desde la desigualdad”.
Robots e inmigrantes
A este respecto, Estrada subrayó que la tecnología se ha convertido en uno de los principales intangibles que aportan valor a los productos, a nivel de calidad o diferenciación, donde la innovación tiene un papel muy relevante. “La sociedad más sofisticada tecnológicamente es la japonesa, pero también es la más racista, ya que prefiere relacionarse antes con robots que con inmigrantes”, dijo.
Estrada citó también al estadounidense Clayton Christensen, experto en innovación disruptiva, quien afirma que la tecnología genera nuevos productos y servicios, pero está vinculada al surgimiento de nuevos consumidores; por eso, al menos al comienzo, no tienen por qué suponer una mejora de las prestaciones de lo que ya existe. La disrupción se produce en el mercado, no en la tecnología. Si bien a largo plazo los incrementos de productividad son generadores de empleo, es indudable que las innovaciones tecnológicas a corto plazo pueden generar un incremento del desempleo en algunos sectores, esto ocurre en mayor medida en las innovaciones disruptivas.
Por otro lado, Estrada recalcó que la innovación se produce en determinados territorios: Silicon Valley, Massachussets, Corea del Sur, Israel, Finlandia, Baden-Württemberg, Singapur, País Vasco. En todos ellos, el factor principal de desarrollo es la “capacidad de cooperación entre el Estado y una intensa red empresarial y social impregnada de cultura innovadora”. Estos ‘ecosistemas’ innovadores -concentraciones geográficas de agentes públicos y privados con talento creativo e iniciativa emprendedora- “son los que dominan la creación de conocimiento y desarrollo a escala mundial”.