Novedades
Expertos reclaman una normativa integral que proteja a los menores ante el consumo de alcohol
Expertos reclaman una normativa integral que proteja a los menores ante el consumo de alcohol
La Fundación Alternativas organizó este jueves la presentación virtual de un decálogo y un documento de trabajo bajo el título Menores y adolescentes sin alcohol: una perspectiva epidemiológica, económica y jurídica, elaborado por las investigadoras Francisca Sureda, profesora de Epidemiología y Salud Pública en la Universidad de Alcalá; Josefa Cantero, profesora titular de Derecho Administrativo en la UCLM; y Marta Trapero, economista y profesora titular en la Universidad Internacional de Catalunya. El evento contó con la participación de Joan Ramón Villalbí, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, que destacó la importancia del estudio para el trabajo realizado en su delegación, y con una mesa redonda moderada por Remedios Villa, periodista experta en salud pública y comunicación, en la que participaron tanto las autoras como algunas asociaciones de la sociedad civil que abordan la prevención del consumo de alcohol entre menores.
El objetivo principal del trabajo es abordar el consumo de alcohol en menores de edad, aportando soluciones interdisciplinares para disminuir el impacto de esta sustancia adictiva que representa un auténtico problema de salud pública. El alcohol es la sustancia más consumida entre jóvenes de 14 a 18 años, y la aparición de la práctica conocida como “binge drinking” —ingesta de la mayor cantidad posible de alcohol en el menor tiempo posible— no ha hecho más que empeorar el problema. Su consumo está considerado como una actividad social, algo a lo que contribuye la publicidad de bebidas alcohólicas, que proyecta una imagen distorsionada de su riesgo al relacionar la bebida con momentos de bienestar y disfrute.
Las muertes atribuibles al alcohol en población joven consumidora son mucho mayores que en los consumidores de alcohol en edad adulta, mientras que su consumo se asocia con el fracaso académico, así como con más de 200 problemas de salud, entre los que destacan el incremento de las lesiones, accidentes de tráfico, conductas sexuales sin protección, aumento de embarazos no deseados o mayor riesgo de enfermedades de transmisión sexual. En este sentido, el documento destaca el papel prioritario que debe tener el legislador al abordar la problemática y, por ello, pretende dar una serie de orientaciones y propuestas, resumidas en el decálogo, para afrontar los nuevos desafíos que encuentra el menor frente a los riesgos derivados del consumo de bebidas alcohólicas.
Entre los puntos más relevantes, el trabajo recuerda que el consumo excesivo de alcohol —una sustancia psicoactiva con propiedades causantes de dependencia, según la OMS— es uno de los principales problemas de salud pública en España y de especial gravedad en los menores y recuerda que corresponde al Estado la protección legal de los niños y adolescentes cuando otras medidas son insuficientes. Por ello, urge la elaboración de una normativa integral en relación con el alcohol y los menores, una medida incluida en los objetivos esenciales de la Estrategia Nacional de Adicciones 2017-2022. La protección del menor, según las autoras, nunca ha sido abordada como un verdadero problema de salud pública, sino como de orden público, seguridad vial, convivencia en la vía pública o de ruido y destrozos de mobiliario urbano y limpieza viaria.
Además, la falta de información adecuada sobre los riesgos que provoca el alcohol favorece su aceptación social y la normalización de su consumo entre los jóvenes, por lo que el documento recomienda realizar intervenciones específicas que adviertan de los daños que provoca el alcohol.
El informe también advierte de que las diferencias de género en el consumo de alcohol —en la mayoría de los países europeos, las adolescentes han consumido alcohol en menor frecuencia y cantidad que los chicos— están disminuyendo e incluso se observa una reversión de las tendencias en los últimos años, toda vez que las mujeres comienzan a exhibir patrones de consumo cada vez más nocivos, algo a tener en cuenta en el diseño de políticas públicas para prevenir este aumento en el consumo de alcohol entre mujeres.
Por todo ello, es imprescindible que exista una buena coordinación entre las políticas sanitarias y educativas. Desde un punto de vista sanitario, es cuestionable hablar de “consumo responsable” de alcohol. No existe ningún nivel de consumo de alcohol que sea totalmente seguro para la salud, menos aún para los jóvenes. Sólo un nivel de consumo cero evitaría los riesgos.
El decálogo publicado por la Fundación Alternativas ha recibido el apoyo de diversas organizaciones de la sociedad civil que trabajan por la prevención del consumo de alcohol, especialmente entre los jóvenes, entre las que se encuentran: el Consejo de la Juventud de España (CJE), la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos Públicos (FEDADi), la Federación de Asociaciones de Enfermería Comunitaria y Atención Primaria (FAECAP), la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), la Fundación EDEX, el Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (PAPPS) de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFyC) y la Sociedad Científica de Estudios sobre el Alcohol (Socidrogalcohol).
En el acto de presentación de los documentos, Joan Ramón Villalbí, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, destacó que existe un “patrón de consumo dual”, protagonizado por personas mayores que beben alcohol “a diario” y, por otro lado, los jóvenes que no beben entre semana pero que durante los fines de semana llevan a cabo un consumo “intensivo” y se “intoxican”. Según Villalbí, la regulación sobre el alcohol “no es tan fácil de adoptar como con otras sustancias”, cuyas consecuencias negativas quedan muy en evidencia. Los efectos en la salud que provoca el alcohol son “complejos”, ya que una minoría “desarrolla dependencia”, que es “muy grave y destructiva”, a nivel “personal y familiar”, y la mayoría tarda años en “buscar ayuda profesional”.
El delegado subrayó que “el alcohol es un gran amplificador de las desigualdades sociales”. Su consumo es “más elevado” en las capas de mayor nivel socioeconómico y “mejor instruidas”, pero los “efectos negativos” son “muy superiores” en las capas menos favorecidas. En lo que se refiere a menores, Villalbí recordó que el alcohol afecta de manera más negativa a “su sistema nervioso”, y el consumo se mantiene “más allá de la mayoría legal”.
La prohibición de vender alcohol a menores es una normativa “relativamente nueva”, por lo que no tiene aún demasiado recorrido, y los consumos en menores siguen siendo “frecuentes” y, en gran medida, “problemáticos”. Esto puede suceder porque la “percepción de riesgo” que tienen los menores con respecto al alcohol “es muy baja, muy inferior al tabaco”. Por otro lado, la “disponibilidad” es alta y las encuestas revelan que la sustancia adictiva “más consumida” entre jóvenes es el alcohol. En el último año, el “70% de adolescentes entre 14 y 18 años” ha consumido alcohol, mientras que la “asociación” con salir por la noche es “muy alta”, con riesgo de “consumos intensivos y de intoxicación”, incluso de “fumar cannabis o de probar la cocaína”.
“Socialización y diversión”
Josefa Cantero reclamó la “elaboración de una norma integral de salud pública sobre el menor por parte del poder legislativo”. La experta puntualizó que “no existe una legislación básica estatal sobre el consumo de alcohol. Nuestro régimen jurídico es muy complejo y está completamente disperso y compartimentado en diversos ordenamientos sectoriales con diversos intereses a proteger”. Por su parte, Francisca Sureda aclaró que no es un “tema fácil” porque el alcohol está muy “arraigado” y “totalmente normalizado” en la cultura española y se vincula a la “socialización y diversión”. A su juicio, no existe “ningún nivel de consumo de alcohol que sea seguro para el bebedor” y precisó que en menores se asocia a “accidentes de tráfico, conductas sexuales sin protección, embarazos no deseados y fracaso académico”.
Según Ricardo Blázquez, responsable de Salud del Consejo de la Juventud de España (CJE), el alcohol “no es el problema”, sino una “consecuencia” de un problema “multifactorial” que, sobre todo, tiene su raíz en el “modelo actual de socialización” que tiene este país “en base a la bebida”. Las preocupaciones de una persona de cuarenta años “no son las mismas que las de un adolescente de quince”. Hay que preguntar a la juventud “cuáles son sus preocupaciones y por qué beben”. Los adolescentes y jóvenes “tenemos que tener un buen modelo a seguir”.
Por su parte, Elena Ares, coordinadora del Servicio de Información y Orientación de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), afirmó: “Me llama la atención que los padres no nos llaman por el consumo de alcohol de lo hijos, sino por el de cannabis. Me preocupa, porque demuestra que los progenitores normalizan el alcohol. Los jóvenes beben por multitud de motivos, pero quieren sobre todo experimentar. Hay que hablar con nuestros hijos y darles ejemplo, no se pueden normalizar la bebida. Los chicos tienen que experimentar y como madre lo tengo claro, pero no puede ser algo habitual. La clave es que no utilicen el alcohol como una forma de integrarse en el grupo; hay que acompañar a los jóvenes en su crecimiento y desarrollo”.