Novedades
Laurence Thieux: 'El Hirak sigue vivo en Argelia mientras el régimen es incapaz de reformarse'
Laurence Thieux: 'El Hirak sigue vivo en Argelia mientras el régimen es incapaz de reformarse'
La Fundación Alternativas organizó este miércoles el webinar “Argelia, dos años después del Hirak” con motivo de la presentación del documento de trabajo “Argelia y el Hirak: Parálisis Política Frente a Dinámicas Sociales”. El encuentro contó con la participación de la autora de dicho documento, Laurence Thieux, profesora del Departamento de Relaciones Internacionales e Historia Global en la Universidad Complutense de Madrid; de Salah Eddine Salhi, investigador asociado al GRESAM; de Aurelia Mañé, profesora de política económica y de relaciones energéticas internacionales en la Universitat de Barcelona; y de Miguel Hernando de Larramendi, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Castilla-La Mancha. La presentación corrió a cargo de Vicente Palacio, director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, y la moderación de Itxaso Domínguez de Olazábal, coordinadora del Panel de Oriente Próximo y Norte de África de la Fundación Alternativas.
Con el trasfondo de la reanudación de las protestas multitudinarias en Argelia con motivo del segundo aniversario del Hirak el pasado 22 de febrero, el documento se detiene a analizar, entre otras cosas, los efectos que ha tenido y tiene este movimiento social y como ha tratado de responder el régimen político, a la vez que aporta contexto socioeconómico e internacional.
Para Thieux, la situación política argelina responde al hecho de que “ante una sociedad en marcha hay un sistema político marcado por el inmovilismo”. En este sentido, el Hirak sigue vivo mientras el régimen es incapaz de reformarse desde dentro —más allá de los movimientos cosméticos de los últimos dos años con la salida del poder del expresidente Abdelaziz Bouteflika— y de responder a las demandas de la población, a la vez que agota su legitimidad histórica basada en la revolución, el control de los hidrocarburos y su posición estratégica, tres rentas que afianzaban el sistema político.
Salhi, por su parte, destaca como el Hirak buscó definir un nuevo contrato social de la mano de una juventud que solo conocía a un presidente y que, históricamente, había sido caracterizada como “apolítica”, pero que en este movimiento adquirió un gran protagonismo. También nos recuerda “la presencia de familias y de la mujer dentro de la esfera pública” en el Hirak. En este sentido, este movimiento se ha mantenido pese al freno que ha supuesto la COVID-19, manteniendo las movilizaciones a través de las redes sociales y con un nuevo protagonismo de la diáspora, que ha tenido un papel clave en continuarlo. Asimismo, Salhi nos recuerda que el Hirak “es un movimiento que se caracteriza por su heterogeneidad y que rechaza toda forma de organización”, a lo que Hernando de Larramendi añade que es una fortaleza, pero a la vez una debilidad, pues este motivo le ha impedido articularse políticamente y ha hecho que el Gobierno y varias cancillerías europeas consideren que el régimen terminará por imponerse.
Abordando la cuestión económica y energética, Mañé nos recuerda como en 1971, año de la nacionalización de los hidrocarburos, estos últimos pasaron a dominar la economía y narrativamente se dejó de pensar en la situación económica previa, algo que habría que recuperar de cara a una posible transición económica. Por otro lado, la profesora afirma que “no se ha consumado la ruptura del contrato social, pues el Estado distribuidor, que no el rentismo, sigue en pie y si cambiamos el contrato social hay que cambiar también el Estado distribuidor”. Esto, además, se encuentra con la contradicción de que la juventud que ha protagonizado el Hirak es hija del rentismo y del Estado distribuidor, lo que supone un límite del Hirak. Por otro lado, abordando las debilidades del modelo de los hidrocarburos en cuanto al precio internacional y a la producción interna que trata el documento, Mañé considera que una transición desde este modelo no es sencilla al depender de la división internacional del trabajo y que el nearshoring y la inversión extranjera tiene sus límites, a la vez que señala los cambios que van a acompañar a la aparición de nuevos actores como China y su Nueva Ruta de la Seda, a la que Argelia se ha adherido.
Por último, el debate se detuvo sobre la política exterior argelina y sus relaciones internacionales. Aquí, Hernando de Larramendi señaló como estos últimos años han estado marcados por la pérdida de influencia y las nuevas alianzas, tendencia que se ha acelerado con el Hirak. Este movimiento ha reducido su influencia, pero el comienzo del repliegue se encuentra en 2013, con el inicio de la enfermedad de Bouteflika y la parálisis presidencial consiguiente. Asimismo, “el Hirak ha puesto al régimen a la defensiva y está llevando a flexibilizar algunos de los principios de sus relaciones exteriores como la defensa de la soberanía, la no injerencia o la prohibición del envío de tropas hacia el exterior”, como se puede observar en la búsqueda del apoyo de Rusia y China a su estabilidad interna o la reforma constitucional del pasado año, que permite la implicación del ejército argelino en conflictos externos. Con estos dos países, Argel comparte principios y valores de política exterior y se está materializando un acercamiento de las relaciones en muchos ámbitos como la Nueva Ruta de la Seda o la ‘diplomacia de las vacunas’. Con respecto a la UE, las relaciones están marcadas por las exportaciones energéticas y tienen un marcado carácter asimétrico. Aquí, Argelia buscaría resaltar su valor como defensor de la seguridad y estabilizador regional, sobre todo en relación con Libia y Mali. Miguel Hernando de Larramendi destacó las tensiones con Marruecos, respecto a lo cual “habría una impresión en Argelia de que Marruecos busca aprovechar su debilidad política para consolidar su posición en el Magreb y, sobre todo, en el Sáhara Occidental”.
TEXTO: Manuel Fernández Illera