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18 enero 2022

Marruecos inicia un nuevo ciclo político, que tendrá importantes efectos en la región y en sus relaciones con España

Marruecos inicia un nuevo ciclo político, que tendrá importantes efectos en la región y en sus relaciones con España

La Fundación Alternativas organizó este martes un acto virtual con motivo de la publicación del documento ‘Marruecos y el cambio de ciclo: en busca de un nuevo pacto social y de nuevas legitimidades’. El debate estuvo presentado por Vicente Palacio, director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, y dirigido por Itxaso Domínguez de Olazábal, coordinadora del Panel Oriente Próximo y Norte de África de la Fundación. Además, el coloquio contó con la participación de Beatriz Tomé Alonso (UNED) y Alfonso Casani (UCM), coautores del documento, y de Irene Fernández-Molina (Universidad de Exeter).

Tras la crisis diplomática entre Marruecos y España durante 2021, y a la luz de importantes cambios en la política interna marroquí, resulta interesante analizar la posibilidad de un nuevo ciclo político para Marruecos y sus posibles implicaciones en la política exterior española. En la presentación del acto, Vicente Palacio resaltó algunas de las claves en las relaciones entre ambos países. En primer lugar, la interdependencia existente entre los dos Estados, causada por unas relaciones históricas y multidimensionales, que afectan a áreas estratégicas como la energía o la seguridad. A ello se suman las tensiones por la cuestión del Sáhara, que fue lo que dinamitó la crisis del año pasado. Por último, existen terceros actores con intereses cruzados; desde Argelia, también importante para la seguridad energética española, hasta aliados europeos como Francia y Alemania, con sus distintas posiciones respecto a Marruecos.

Para Itxaso Domínguez de Olazábal, es esencial conocer la situación interna marroquí para analizar el futuro de sus relaciones con España. Marruecos se encuentra en el inicio de un nuevo ciclo político, impulsado fundamentalmente por dos causas: la primera es la derrota del PJD, que ha gobernado en Marruecos durante la última década, y la vuelta de los partidos tradicionales; y, en segundo lugar, una tendencia involucionista en cuanto a derechos y libertades fundamentales, en un giro hacia el autoritarismo por parte del régimen marroquí. A ello hay que añadir la falta de coherencia de la Unión Europea, con posiciones dispares en torno al Sáhara entre sus Estados miembros. Esto hace que Marruecos acepte también un rol más geopolítico y tenga una política exterior mucho más activa y directa, sobre todo desde la declaración de Donald Trump reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara, pero también a través de la normalización de relaciones con Israel o de la firma de acuerdos con China para incluir a Marruecos en la Nueva Ruta de la Seda.

Alfonso Casani destacó que, en este nuevo ciclo, la situación para el régimen marroquí es estable, superadas ya las protestas iniciadas en 2011 con las llamadas “Primaveras Árabes”, y debido a la ausencia de un movimiento aglutinador de todas las fuerzas de oposición al régimen. La existencia de una fuerza en la que converjan partidos islamistas, partidos de la izquierda política y movimientos sociales será clave para presionar con mayor eficacia a la monarquía. Sin embargo, los participantes estuvieron de acuerdo en que, en el corto plazo, esta posibilidad es aún remota.

 

Giro autoritario

Con esta posición de fuerza de Palacio frente al Parlamento, y unido al regreso de los partidos tradicionales, se consolidará la centralidad de la Corona con un giro autoritario y un cierre de filas del régimen, como afirmó Beatriz Tomé Alonso. Según explicó, esto es también gracias a una estabilidad del pacto social en Marruecos, donde se han sofocado aquellas cuestiones que llevaron a descontento en 2011. Ese ciclo está ya cerrado, y la posibilidad de un cambio político es menor, en gran medida porque los actores internacionales priman ahora esa estabilidad y por la vuelta a una estigmatización del islamismo desde el golpe de Estado de Al-Sisi en 2013 en Egipto.

Esta centralidad ha derivado en los últimos años, tal y como señalaron los participantes, en un recrudecimiento de la represión, ataques a derechos como el de reunión o la libertad de prensa, y un agravamiento de las penas impuestas a determinados activistas de la oposición. Casani mencionó, en concreto, la existencia de un modelo de “represión quirúrgica”, basado en neutralizar voces clave de la oposición, en lugar de hacer campañas masivas de represión en las calles.

Con todo, las interdependencias entre España y Marruecos siguen presentes y limitan en gran medida el margen de actuación de cada uno de los Estados. Sin duda, la cuestión del Sáhara, los flujos migratorios y las tensiones entre Marruecos y Argelia serán los vectores clave para las relaciones entre ambos países en este nuevo ciclo para la política interna marroquí. Irene Fernández-Molina, además de ello, destacó otro elemento determinante, como serán las resoluciones que tome el Tribunal de Justicia de la UE en torno a la no inclusión del territorio del Sáhara en los acuerdos de cooperación entre Marruecos y la Unión. Esto es un aspecto clave para el régimen marroquí, tanto para demostrar su fuerza externamente como para su legitimidad interna, lo que tensiona aún más sus relaciones con Argelia, defensora de la independencia del Sáhara occidental.

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