Hace escasos días nos sorprendía una noticia: un hijo mataba a su madre y hería a su padre de gravedad en un municipio de la Comunidad de Madrid. El presunto homicida estaba bajo tratamiento médico, por lo que fue trasladado al Departamento de Psiquiatría del hospital Gregorio Marañón. No se trata de un hecho aislado: sólo hay que mirar atrás y recordar el caso de Noelia de Mingo, aquejada por una enfermedad mental, esquizofrenia de tipo paranoide, que en el año 2003 mató en la Fundación Jiménez Díaz a tres personas, quedando exenta de responsabilidad penal, adoptando la Audiencia Provincial una medida de seguridad de internamiento en un centro psiquiátrico durante 25 años. Un hecho que tuvo muchísima trascendencia en los medios de comunicación y que abrió muchos informativos. En este caso, Noelia salió del establecimiento donde estaba recluida en el 2017, siguió recibiendo tratamiento ambulatorio quedando bajo la custodia de un familiar, concretamente de su madre, octogenaria. En el año 2021 volvió a apuñalar a dos mujeres en un supermercado del pueblo donde residía. Algo falló.
Crece la alarma social con el aumento de las enfermedades mentales
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