Uno de los grandes retos de la inteligencia artificial (IA) es aprender cómo siente la especie humana. La ciencia del estudio de las emociones se ha desarrollado ampliamente a lo largo de la historia. La Retórica de Aristóteles ya planteaba la capacidad de persuadir a través del manejo emocional, y su clasificación de siete emociones básicas ha sido clave para la evolución de esta ciencia. Otros investigadores, como Duchenne, Darwin o Ekman han profundizado y teorizado sobre el comportamiento emocional del ser humano. Ekman creó un sistema denominado FACS (por las siglas en inglés de Sistema de Codificación Facial) que ha sido fundamental para el desarrollo de las aplicaciones de aprendizaje automático. Su idea era reemplazar el trabajo de los artistas en la representación de la vida interior de las personas, desprendiéndola del carácter subjetivo que pudiera apreciarse en el proceso creativo.
Cuando el arte enseña emociones a la IA
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