El 20 de marzo de 2003, fuerzas militares de Estados Unidos y Reino Unido, apoyadas por pequeños contingentes de Australia y Polonia, invadieron Irak, con el propósito declarado de acabar con el régimen hostil de Sadam Hussein. El argumento principal para lanzar el ataque fue el supuesto desarrollo de armas de destrucción masiva por el régimen iraquí, que amenazarían gravemente la paz de la región y del mundo.
No obstante, los inspectores de Naciones Unidas no habían encontrado evidencias del desarrollo de estas armas y las pruebas que se presentaron eran muy débiles o manipuladas. Todos los que estaban mínimamente informados sabían que ese argumento era falso, solo una excusa, como se demostró después de la invasión, cuando ninguna de esas armas fue hallada.
Irak, hace 20 años…
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