En las últimas semanas se ha hablado mucho de la posible (y ahora frustrada) marcha de Begoña Villacís al PP. Es solo un ejemplo más de las volátiles opiniones y lealtades de algunos de nuestros políticos. Cambiar de opinión es algo natural y respetable. En algunos casos, incluso, es de agradecer: puede significar que te has dado cuenta de tus errores pasados y has decidido cambiar tus formas de cara al futuro. Pero, en política, esto es algo mucho más complejo. La historia española reciente nos ha dejado muchos ejemplos de transfuguismo y chaqueterismo, de una u otra forma. De hecho, tan solo en el Congreso, hay actualmente cuatro diputados que encajan en estas categorías (dos ex-UPN integrados ahora en el PP, un ex-Cs y una ex-UP). Ha habido otros casos sonados de ruptura de la disciplina de voto impuesta por un partido, destacando el de la canaria Ana Oramas en la investidura de Pedro Sánchez, aunque no fue expulsada de su formación.
Lealtades políticas en entredicho
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