Las elecciones generales del pasado 23 de julio nos trajeron unos resultados en varios aspectos inesperados. El PSOE mejoró en escaños respecto a las estimaciones de la mayoría de encuestas, mientras que Vox y Sumar no consiguieron los resultados que esperaban. El PP fue a la vez el ganador y el perdedor de la noche. Ganaron las elecciones, con 48 diputados más que en noviembre de 2019 y una amplísima mayoría en el Senado. Pero es que Alberto Núñez Feijóo se veía con un pie y medio en el Palacio de la Moncloa, lo que elevó excesivamente las expectativas de los populares. Esas expectativas estaban de sobra justificadas. El PP arrasó en las elecciones municipales y autonómicas de mayo, y gobierna actualmente en doce de las comunidades autónomas (incluyendo Canarias, donde son socios minoritarios de la coalición). El desgaste del PSOE y Podemos tras cinco años de gobierno, unido a los problemas para conformar la plataforma Sumar, hacía pensar que una mayoría absoluta de PP y Vox era inminente.
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