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Política Exterior de Turquía en el Mediterráneo: conflicto y continuidad

Documento de trabajo
10 marzo 2021 / nº 107/2021
Marc Saurina

Política Exterior de Turquía en el Mediterráneo: conflicto y continuidad

RESUMEN

La creciente tensión en el Mediterráneo Oriental por el control de los yacimientos de hidrocarburos y las disputas por delimitar una zona económica exclusiva marítima (ZEE) entre Turquía y Grecia han reconfigurado las alianzas y las estrategias en política exterior de todos los países de la zona. El apoyo de Turquía al Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) libio forma parte de una actitud más intervencionista y unilateralista en la zona que ha potenciado la aparición de frentes y agravado la crisis diplomática con Egipto. Si bien la diplomacia europea podría contribuir en la búsqueda de soluciones a las tensiones entre Grecia y Turquía, el conflicto libio y su devenir serán claves para entender cómo evolucionarán las relaciones en toda la zona.

Por otro lado, la política exterior de Turquía ha sido más constante y consistente en el Magreb, especialmente en el plano económico, con una reciente intensificación de los contactos diplomáticos. La implicación de Turquía en el conflicto libio podría frustrar los intereses turcos de avanzar por igual con Marruecos, Argelia y Túnez, pero la política exterior con los tres países responde a dos objetivos claros: intereses económicos y consolidación del papel de Turquía en el continente africano, tras más de diez años de penetración en el África Occidental.

Palabras clave: Turquía, hidrocarburos, Libia, Sahel, Mediterráneo Oriental, Egipto, Magreb, África.

 

Resumen ejecutivo

  • La política exterior de Turquía de estos últimos años muestra una tendencia más intervencionista y unilateralista, al romper con la neutralidad que la había caracterizado los primeros años del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), en el poder desde 2002.

 

  • Turquía mantiene varios frentes abiertos que no siempre responden a una misma estrategia, pudiéndose observar numerosos intereses entremezclados: cuestiones de seguridad, intereses económicos, intereses ideológicos, búsqueda de reducir la dependencia energética de otros países, etc. Aun así, todas las acciones responden a los intentos de Turquía de consolidarse como actor de peso regional, especialmente en el Mediterráneo Oriental y Oriente Medio.

 

  • El descubrimiento de yacimientos de hidrocarburos en el Mediterráneo Oriental ha sido el principal motivo que ha llevado a disputas entre países de la zona y a la formación de dos frentes: Grecia, Chipre, Israel y Egipto, por un lado, y Turquía y el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) libio, reconocido por la ONU.

 

  • La lucha por el control de las aguas y establecer Zonas Económicas Exclusivas (ZEEs), tanto en el Egeo como en el Mediterráneo Oriental, ha reavivado las tensiones entre Turquía y Grecia. La UE ha llamado a las puertas del diálogo, pero ha adoptado una política reactiva, estableciendo sanciones económicas a Turquía. El primer encuentro entre Grecia y Turquía desde 2016, celebrado en enero de 2021, es resultado de esos esfuerzos diplomáticos de la UE. Grecia insiste en que el conflicto sea mediado por la comunidad internacional, mientras que Turquía insiste en acuerdos bilaterales.

 

  • Tras el enfrentamiento entre Arabia Saudí y Catar en 2017, se formaron dos alianzas en Oriente Medio (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Egipto frente a Catar y Turquía). Esas alianzas también compiten en el conflicto libio, en el que Turquía se ha convertido en un actor protagonista desde la firma de acuerdos en noviembre de 2019 con el GAN de Trípoli, acuerdos marítimos, con el fin de establecer una ZEE entre Turquía y Libia, pero, también, acuerdos de cooperación militar con el fin de ayudar al GAN a resistir el asedio del Ejército Nacional Libio (ENL), apoyado por Egipto, Rusia, los EAU, Arabia Saudí y, políticamente, por Francia. La intervención militar turca ha prolongado el conflicto y se ha convertido en un factor desestabilizador, pero, por otra parte, ha facilitado que el GAN resistiera como actor legítimo en el conflicto.

 

  • Los acuerdos con el GAN libio tienen un fondo económico muy importante para Turquía. Reactivan las exportaciones turcas a Libia, reanudan proyectos empresariales detenidos tras la caída de Gadafi y reducen la dependencia energética de Turquía con Rusia e Irak, ya que el GAN controla el Banco Central de Libia y los principales yacimientos petrolíferos.

 

  • En el Magreb, la política exterior de Turquía ha sido mucho más continuista, con relaciones económicas y políticas estables desde 2002. Turquía tiene un superávit comercial con los tres países, Marruecos, Argelia y Túnez. En el caso de Marruecos, existe un descontento entre grupos empresariales por el aumento de las importaciones turcas, especialmente en el sector textil. De forma paralela al avance de las relaciones económicas, la implicación turca en el conflicto libio ha llevado a la intensificación de contactos diplomáticos en búsqueda de apoyos, aunque con resultados dispares.

 

  • La agenda exterior de los países del Magreb busca intensificar los lazos económicos con el África Occidental, región en plena transformación. El Magreb significa también una entrada de los productos turcos en el África Occidental a través del Mediterráneo, por lo que la política exterior turca en el Magreb está directamente vinculada con la gran estrategia de la agenda de política exterior de Turquía en el África Subsahariana, desarrollada y consolidada a lo largo de las dos últimas décadas.

 

  • La presencia de Turquía en todo el Mediterráneo condiciona la Política Europea de Vecindad Sur. El distinto papel que Ankara desempeña en cada país del Mediterráneo Oriental implica la necesidad de adaptar la política europea en cada caso en base a las características de cada país y también al papel que otros actores, en este caso Turquía, tienen en él.

 

  • La política exterior turca ha tensado las relaciones con Estados miembro de la UE. Si bien Grecia y Chipre se han enfrentado a Turquía por la delimitación de las aguas y el control de los hidrocarburos, Francia tiene varios frentes abiertos con Turquía: en el Egeo y Mediterráneo Oriental, en su apoyo a Grecia y Chipre; en Libia, con su apoyo al ENL; y en el Sahel Occidental, debido a la mayor presencia turca tanto en Níger como en Mali, que cuestionan el liderazgo francés en dicha zona.

 

  • No existe un consenso en la UE en las relaciones con Turquía. El giro autoritario de Turquía dificulta la posibilidad de alcanzar un acuerdo, pero el bloqueo de las negociaciones ha producido efectos negativos en las presiones que la UE puede ejercer sobre Ankara, ya que ha impelido a que Turquía adopte una política exterior más asertiva, de forma autónoma a la UE. Alemania y España abogan por la diplomacia y el diálogo con Ankara, y han realizado movimientos en ese sentido. Los intereses de Italia coinciden con los turcos en Libia y el Magreb. Existe también un alineamiento entre intereses turcos y españoles en el Sahel y el África Occidental. Sin un consenso claro e intereses cruzados, la PEV pierde efectividad.

 

  • Las relaciones entre España y la UE, intensificadas en el plano económico tras la crisis de 2008, destacan por su pragmatismo y la búsqueda de posiciones comunes que beneficien a ambos países. España no está implicada de forma directa en los distintos frentes que Turquía tiene abiertos, y esto permite a Madrid ganar peso, tanto dentro como fuera de la UE, como actor político y económico.

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