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Rubalcaba: 'El PP ha sido desastroso para la ciencia española'

Texto: Daniel Leguina  @leguina_casas 

Fotos: Irene Yustres     @ireyustres

Lleva cuatro años retirado de la primera línea política, lo que no es óbice para estar al tanto de toda la actualidad del país, especialmente la científica, que es la que ocupa esta entrevista. Sin embargo, se nota que los más de treinta años de servicio público de Alfredo Pérez Rubalcaba (Solares, Cantabria, 1951) no son en balde, ya que el animal político que lleva dentro sale a relucir constantemente en la charla. Tras dejar el Congreso en 2014, el ex secretario general de los socialistas, que fue ministro (Educación y Ciencia, Presidencia e Interior) y vicepresidente del Gobierno, retomó su puesto de profesor titular de Químicas en la Complutense. El veterano político atiende a la Fundación Alternativas en su despacho, entre libros de fórmulas, donde lo único que recuerda a su vida anterior es una gran foto en un lateral de la habitación en su escaño, mientras todo su grupo le aplaude en el día de su despedida.

– Una de las conclusiones más destacadas del Informe de Ciencia y Tecnología de la Fundación Alternativas es que es urgente en España un gran pacto social por la ciencia. ¿Está de acuerdo?

– Me cuesta mucho entender por qué no se ha avanzado en un pacto por la ciencia. Soy de los que pensaba que esta Legislatura, sin mayoría absoluta de ningún grupo parlamentario en el Congreso, permitiría avances en temas que necesitan un amplio consenso político. Me equivoqué. Las distintas minorías parlamentarias, sobre todo la del PP, han preferido el bloqueo a los acuerdos. Creo que es un error: nada aleja más a los ciudadanos de la política que las escaramuzas parlamentarias estériles. La política tiene que ser útil para los ciudadanos. Pero, en fin, todavía estamos a tiempo, queda la mitad de la Legislatura. Y un pacto por la ciencia es relativamente fácil de alcanzar. No es como un acuerdo educativo en el que las posiciones entre los grupos parlamentarios están muy distantes entre sí. En materia de política científica no: todo el mundo está de acuerdo en que invertir en ciencia, en desarrollo y en innovación es la mejor forma de ganar competitividad en una economía global. El modelo elegido por el PP para salir de la crisis, competir bajando salarios, es injusto, desincentiva el consumo y no es sostenible en el tiempo; siempre habrá alguien que pueda bajar más lo salarios que tú. Creo que es tan evidente la necesidad de que exista un acuerdo, es tan necesaria una inflexión en la política desarrollada en los últimos seis años, que acabará sucediendo. Pero hay que aliviar la cuádruple burocracia -Estado, comunidad autónoma, Europa y universidades- que asfixia a nuestros científicos y a nuestros profesores.

– ¿Qué hizo usted en este sentido cuando estuvo en la oposición?

– Intenté el pacto. En la primera entrevista que tuve con Rajoy como jefe de la oposición, debió ser a primeros del año 2012, le propuse llegar a un acuerdo sobre política científica. Habíamos tenido una larga reunión sin llegar a nada, sólo constatamos nuestras diferencias. Incluso del tema de Cataluña ya le hablé en aquel momento. Me parecía muy duro que en un país con una gravísima crisis como la que atravesábamos en ese momento, de la entrevista entre el presidente del Gobierno y el jefe de la Oposición no saliera nada en claro, sólo desacuerdos. Le propuse entonces que al menos pudiéramos acordar algo tan sencillo como preservar la inversión en ciencia y tecnología de los ajustes que tenía pensado llevar a cabo. Me dijo que sí, que lo podíamos hablar. De hecho, hubo algunas reuniones que Montoro se encargó de que terminaran en nada. A la salida de esa reunión en Moncloa me esforcé por incidir en ese acuerdo; no conseguí ni una sola mención en la prensa del día siguiente. Dos años después, alcanzamos un acuerdo en torno a la llamada Carta de la Ciencia entre todos los grupos parlamentarios, salvo el PP. Perdimos la votación, el PP tenía mayoría absoluta, pero el trabajo sobre un posible acuerdo está hecho.

– Otra de las afirmaciones del informe es que el Gobierno de Rajoy ha despreciado la ciencia. ¿Lo cree usted así?

– Sí. Leí el Informe sobre la Ciencia y Tecnología en España de la Fundación Alternativas. Un trabajo francamente interesante. La situación actual es mala, sí, muy mala. Llevamos años de recortes, de disminución de plantillas. Y como ha sucedido en la sociedad española, donde se ha notado más la crisis es en lo que podríamos denominar ‘clase media científica’. Los grandes grupos de investigación lo han notado menos, ya que son los más competitivos a nivel europeo. Con todo, el tema de las plantillas ha repercutido en el sistema en su conjunto y eso, me temo, no es del todo reversible. Muchos de los científicos formados que se han marchado en esta crisis no es fácil que vuelvan. Hemos perdido mucha gente muy bien formada, que se ha marchado en lo que seguramente son los años más productivos de la carrera científica. Un desastre. ¿Desprecio? Lo que está claro es que el Gobierno de Rajoy nunca tuvo aprecio por la ciencia. ¿Cómo era la frase evangélica? Por sus frutos los conoceréis… pues eso.

– Algunas voces incluso comparan las políticas del PP con las de los socialistas en materia de ciencia cuando gobernaron en el pasado.

– Con carácter general rechazo esa comparación. ¿Cómo van a ser lo mismo el partido que creó, por ejemplo, el sistema sanitario universal en España con el que intenta cargárselo? Eso vale, también, para la I+D. Creo que nadie pone en duda que la primera Ley de la Ciencia, la de 1986, supuso un empuje decisivo para nuestro sistema de ciencia y tecnología. Por cierto, fue una ley socialista que contó con unanimidad en el Congreso. Lo sé bien, me tocó a mí negociarla, así como las políticas que en su desarrollo se pusieron en marcha, incluidas las presupuestarias. Volvió a pasar lo mismo con el Gobierno de Zapatero. El gasto en I+D en proporción al PIB creció de forma continuada desde 2005 a 2009. Luego se congeló, es cierto, en los años 2010 y 2011. Lo que pasó a partir de 2012 hasta 2016 es que cayó de forma sistemática. Congelar el gasto no es bueno, lo sé, pero hacerlo caer es mucho peor. Por cierto, fue en la etapa de Zapatero en la que se aprobó nuestra segunda Ley de la Ciencia, también por unanimidad. No, en esto tampoco somos iguales al PP.

– Pedro Sánchez ha recuperado el Ministerio de Ciencia. ¿Qué espera del nuevo Gobierno en este sentido?

– Creo que es un acierto. De entrada, porque supone darle a la investigación científica y al desarrollo ministerial el mayor rango político posible o, lo que es lo mismo, máxima prioridad.

– ¿Qué le parece Pedro Duque al frente?

– No conozco personalmente al nuevo ministro, pero las referencias que tengo de él son inmejorables.

– Los recortes en ciencia se suceden año tras año mientras Francia, Alemania o Portugal, por citar países de nuestro entorno, invierten más cada ejercicio a pesar de la crisis. Parece más una cuestión de prioridad que de recursos.

– Es cierto que los gastos en I+D en Alemania no han sufrido recortes durante la crisis. Claro, es que Alemania ha sorteado la crisis sin ninguna dificultad. El caso de Francia es distinto: prácticamente congeló sus presupuestos de I+D durante todos estos últimos años, desde el 2009. En Portugal cayeron desde el 2010 hasta el 2015 y se han empezado a recuperar en el año 2016. Desgraciadamente, España no es un caso singular, aunque los años de gobierno del PP han sido desastrosos para la ciencia española.

– ¿Cuáles son los riesgos para un país cuando se olvida de la investigación?

– Cuesta muchísimo subir y muy poco bajar. Cuando subes una montaña en bicicleta, si dejas de pedalear te vas para abajo. En estos momentos corremos un riesgo gravísimo, ya que estamos perdiendo una generación entera de científicos formados en España. Cuando te vas a los 27 años a hacer un ‘post-doc’ es fácil que vuelvas, pero cuando te vas con 35 porque no tienes más remedio difícilmente regresarás. Todo tiene que ver con el modelo productivo, que no ha cambiado en los últimos años. Con Zapatero intentamos cambiarlo y, por eso, le dedicamos mucho más presupuesto a la ciencia. Al dejar de invertir en ciencia estamos despreciando la posibilidad de cambiar nuestro modelo productivo.

– ¿Cómo se puede revertir esa pérdida tan grande de capital humano?

– Con plazas, no hay más remedio que hacerlo así. Yo creo que las cosas en el mundo de la ciencia van a cambiar, estoy convencido: la economía está mejorando, las perspectivas son mejores y cada vez hay más conciencia social de la importancia de la ciencia. Pero lo que me sorprende es que todavía no hayan cambiado. He defendido la necesidad de que haya un pacto por la ciencia y he defendido que no es difícil hacer ese pacto, ni tampoco es caro. Hacer un pacto sobre las pensiones tiene grandes dificultades, porque tiene componentes ideológicos y presupuestarios, pero sobre la ciencia todos estamos de acuerdo en qué hay que hacer y desde el punto de vista presupuestario es asumible, no estamos hablando de subir un punto del PIB. Pero creo que el asunto se va a arreglar, aunque me preocupa que lo hagamos espasmódicamente. Es importante pensar en que las plantillas de los centros de investigación crezcan acompasadamente y en que la inyección presupuestaria se produzca de manera sostenida. Tenemos que sentar las bases para un crecimiento uniforme para darle estabilidad al sistema de ciencia. Será clave una buena coordinación entre las comunidades y agilizar la burocracia.

– ¿Está España en riesgo de llegar tarde a la revolución científica y tecnológica, como ya ocurriera con la industrial?

– Ya hemos acumulado un retraso. Pero si miras el ranking de publicaciones mantenemos un alto nivel. No obstante, los expertos dicen que hemos perdido cantidad en lo que podríamos llamar ‘la excelencia’, y esto es fruto de todo lo que está pasando. En patentes nos hemos ido abajo, aunque, una vez más, no es sólo en España. Sin embargo, no creo que hayamos perdido el tren, pero sí hemos perdido oportunidades y no podemos seguir perdiéndolas, y cuanto más tardemos en subirnos al tren peor será.

– ¿Qué papel deben jugar los medios de comunicación; cree que tratan el tema con la importancia que se merece?

– Cada vez le dan más importancia y son conscientes de la trascendencia que la ciencia tiene para la sociedad. Pero se fijan sólo en determinados temas, en los que son noticia, lo cual es muy normal pero no siempre refleja la actividad real de la mayoría de nuestros investigadores.

– ¿Existe interés por la ciencia en el conjunto de la sociedad?

– El interés es creciente. No es discutible que nuestro futuro depende de cuánto seamos capaces de crecer en conocimiento y de formar a nuestros jóvenes, y nadie en este momento desconoce que vivimos en la sociedad del conocimiento. Las sociedades avanzan en función de lo que crean, innovan e investigan. Y todo el mundo es consciente de que los grandes problemas de la Humanidad dependen en gran medida de la ciencia; por ejemplo, el cambio climático y el agua, que en España es un tema preocupante; también la salud y la lucha contra las enfermedades, la calidad de vida o el bienestar social. Otra cosa es si preguntas a la ciudadanía dónde prefiere invertir, en ciencia o en pensiones: ahí habría una discusión complicada.  

– ¿Cómo cree usted que se percibe en los países de nuestro entorno la situación de la I+D en España?

– Todo el mundo sabe que la ciencia española lleva unos años muy malos, porque se trata de un mundo global en el que nuestros grupos de investigación están presentes, y nuestros científicos se relacionan a nivel internacional, y existe un intercambio de información que nadie puede obviar. La crisis política española es muy profunda, y en gran medida se debe a que la competencia entre los partidos es paralizante. Siempre he concebido la política desde la utilidad, y el acuerdo por la ciencia es muy fácil en mi opinión, pero de momento no ha prosperado.

– ¿En qué se parecen la química y la política?

– La política, en momentos de crisis es, desgraciadamente, muy cortoplacista, y la química trabaja con otras perspectivas. Cualquier científico sabe que algunos productos se obtienen a corto plazo y otros, más estables, a medio plazo, lo que se denomina control cinético y control termodinámico. Pues bien, la ciencia necesita pensar en términos de control cinético. La ciencia española necesita estabilidad.

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