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Seguridad y defensa en el mundo globalizado
Seguridad y defensa en el mundo globalizado
En un mundo cambiante, con alianzas que surgen entre países y otras que desaparecen, con escenarios geopolíticos que se alteran por elecciones o golpes de Estado, caídas de regímenes por revueltas populares -reciente está en la retina la Primavera Árabe-, guerras, magnicidios o intereses energéticos y territoriales, la seguridad y defensa de las naciones es una de las materias más importantes para el desarrollo de las sociedades globalizadas.
Sobre estos y otros asuntos versó el encuentro organizado por la Fundación Alternativas, en el que se presentaron los documentos ‘Alianzas y cooperaciones de seguridad y defensa en el siglo XXI’ y ‘Argelia en la encrucijada: condicionantes, tendencias y escenarios’, y que contó con los autores de los trabajos, así como con un amplio número de expertos.
Nicolás Sartorius, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, inició el debate para destacar la “gran calidad” de los estudios, y recordó que la función de Alternativas es ser “útil a la sociedad, y queremos seguir en la misma línea de colaboración con el Ministerio de Defensa”, coautor de los documentos.
Constantino Méndez, patrono de la Fundación Alternativas y ex secretario de Estado de Defensa, comentó que la “seguridad de los territorios” es un tema de “primer orden” en el que es fundamental la “cooperación europea para afrontar los nuevos retos de un mundo complejo e incierto”; mientras que el general Juan Antonio Moliner puso de relieve la importancia de la colaboración entre el Ministerio de Defensa y la Fundación Alternativas “para transmitir a la sociedad, con transparencia y rigor, los desafíos a los que nos enfrentamos: terrorismo, extremismo, ciberataques, armas de destrucción masiva o trata de personas, entre otros”.
José Enrique de Ayala, miembro del Consejo de Seguridad y Defensa de Alternativas y general en la reserva, señaló que desde la caída del Pacto de Varsovia, en 1991, donde las dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, dirigían los destinos del planeta, “hemos pasado a un escenario multipolar con el auge de China -sobre todo en su entorno geográfico-, la vuelta de Rusia a la escena internacional, y el crecimiento de la India, Brasil, Oriente Medio y Turquía. Ante esta nueva realidad, la Unión Europea tiene que asumir un papel que aún está por definir”.
Rusia y el Pacto de Varsovia
Xira Ruiz, catedrática de Relaciones Internacionales y autora, junto a Javier Gil y Soledad Segoviano, del informe ‘Alianzas y cooperaciones de seguridad y defensa en el siglo XXI’, advirtió sobre los planes de Rusia para “volver a liderar a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia”, y sus provocaciones a naciones como Ucrania, Bielorrusia, Armenia o Azerbaiyán: “Cada vez que Ucrania hace un acercamiento a la OTAN, Rusia apoya a los rebeldes en Crimea”. Ruiz destacó también que el gasto en armamento en todos estos territorios ha aumentado considerablemente en los últimos años.
Sobre América Latina, esta experta en el tablero internacional comentó que “desde el 11-S los Estados Unidos han perdido interés en la zona”, que goza de una cierta estabilidad gracias a la ausencia de conflictos entre países, “pero con graves problemas domésticos como el narcotráfico, la corrupción, el tráfico de armas o las guerrillas”.
Por su parte, Gil, profesor de Ciencias Humanas y Sociales, subrayó la importancia del eje Asia-Pacífico debido a su pujanza económica y geoestratégica. A su juicio, “India y China van a jugar un papel esencial en los próximos años”, con una gran inversión en seguridad y defensa y un claro liderazgo político y económico, mientras que otros actores de la región, como Indonesia, Australia, Corea del Sur y Japón, también tendrán un rol destacado; “todos, sin embargo, estarán muy atentos a los movimientos de Corea del Norte y Filipinas, los más inestables y conflictivos del entorno”.
La segunda mesa, dedicada a ‘Argelia en la encrucijada: condicionantes, tendencias y escenarios’ -estudio realizado por Miguel Hernando, Aurèlia Mañé y Laurence Thieux-, contó con la introducción de Vicente Palacio, director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas: “Nos interesa mucho Argelia porque es un territorio clave para la seguridad del norte de África y el Mediterráneo, además de un importante proveedor de hidrocarburos -gas y petróleo-. España tiene claro que Argelia es un actor estratégico en la región y ambos Estados buscan tener una relación fluida”.
Hernando, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos, aclaró que el país magrebí ha pasado de la inestabilidad de los años noventa, con guerra civil incluida, a una aceptable estabilidad social gracias a la riqueza generada por sus recursos naturales. “Hemos querido conocer los elementos de cambio en Argelia, como la independencia de Francia o la nacionalización de los hidrocarburos”.
Suministro energético
El suministro energético argelino se ha convertido asimismo en una cuestión prioritaria para la Unión Europea -especialmente para España e Italia-, lo que ha contribuido al equilibrio en Argelia gracias a las exportaciones comerciales y a la presencia de empresas europeas en su territorio.
Thieux, investigadora de sociedades árabes y musulmanas, comentó que “la inversión en defensa de Argelia ha crecido mucho en los últimos años, debido al esfuerzo por controlar sus extensas fronteras”; se trata de un país con un sistema basado en una “red clientelar” cuyo inmovilismo no ha permitido generar las reformas necesarias para entrar en la senda del “crecimiento económico pleno, y el control de ejército sigue siendo muy evidente”.
Mañé, por su parte, puntualizó que la situación económica argelina está más “saneada” que hace diez años, pero su política de hidrocarburos “ha estado siempre vinculada a la UE”. Los ingresos por sus recursos naturales han permitido “mantener la paz social”, mientras que sus acciones diplomáticas han sido efectivas a la hora de ganarse “apoyos externos”. Entre sus puntos débiles, destacan la “dependencia económica del gas y el petróleo” -una bajada de los precios puede provocar tensiones sociales-, y la “carencia de un mecanismo efectivo de sucesión presidencial”.