El miércoles por la mañana un grupo de estudiantes impidió con violencia que se celebrara, en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, un coloquio entre Felipe González, ex presidente del Gobierno y Patrono de esta Fundación, y el presidente de Prisa, Juan Luis Cebrián. Al margen de la opinión que cada uno pueda tener sobre las decisiones y actuaciones de las personas afectadas, es inadmisible que, precisamente en la universidad se impida la libertad de expresión, el debate y el diálogo. No es asumible que una minoría sectaria se imponga a una inmensa mayoría que desea participar en los debates. No es aceptable que una minoría radical decida quién puede hablar o no en la universidad. Es sabido que este tipo de actos se han producido en la universidad en otros tiempos dictatoriales, sobre todo por parte de grupos de extrema derecha.
No se trata de magnificar el hecho pero tampoco minimizarlo. Es un síntoma de unas prácticas que, vengan de donde vengan, es necesario cortar.
Sólo nos queda dejar constancia, como centro de pensamiento, de nuestro rechazo por lo acaecido, nuestra solidaridad con los afectados y la universidad en su conjunto.
Una intolerancia inaceptable
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